Apareciste en mi vida y tuve que aprender a ser meticulosa. No quise precipitarme, tal vez me tomé eso muy a pecho, pero he de decir que no hacerlo valió la pena. A día de hoy me alegro de haber tomado esa decisión, ya que nunca había sido tan feliz, y mira qué fácil hubiese sido si me hubiera dado cuenta antes de que podía sentirme de la manera en la que ahora me siento y haber dejado atrás todos esos miedos que un día otras sembraron en mí. Ya que no quiero que me protejan otros brazos que no sean los tuyos. Ni otro olor, ni sabor. Sólo tú. Y ahora me siento querida, importante, a salvo.
Y por eso te doy las gracias, por haber hecho de mí alguien mejor, por haberme hecho dejar atrás esa cobardía y afrontar lo que siento sin miedo alguno.
Te quiero, mi vida.
Eva Gel Cot.