martes, 26 de junio de 2012

Día 1





Todavía huele a verano. Aun así el sol ya no luce con toda su fuerza. Las nubes de tormenta se acercan. Y el húmedo olor del otoño se acerca. Me dirijo al lugar de siempre. Un día más en una vida que se a vuelto aburrida y monótona.

Camino media hora bajo el sol mientras me pregunto porque la vida es así. Mientras pienso observo a la gente en sus quehaceres habituales. Muchas personas están hablando y riendo en las terrazas de los bares del pueblo. La gente se divierte. La vida es divertida. Al menos para ellos.

Llego y abro la puerta. El sitio de siempre es un vagón de tren abandonado en la estación local. Allí nos reunimos. Todavía me pregunto porque.

Cuando llego todos están allí. Y están hablando de sus cosas, la madre de Axel lo ha castigado sin salir esta noche. Ni que fuera a salir. Y Susan se ha echado novio. Que sorpresa, es el quinto en el verano. Me quedo en una esquina para seguir pensando en mis cosas.

-Jack, ¿que pasa no piensas decir nada?- dijo Keny
-No hay nada que decir.

Por cierto me llamo Jack, llevo 17 años en este mundo, la mayoría de ellos preguntándome que pinto en el.
Soy el pequeño de la pandilla. Susan tiene 19 años, es morena alta y esbelta, quizás por eso tiene tantos novios, pero a pesar de ser buena persona no me cae del todo bien.
 Keny es un buen amigo de la infancia, tiene un año más que yo y es rubio, lleva una media melena, según el a lo Kurt Cobain.
 Axel es la oveja negra de la panda, sus padres siempre le están castigando porque lo pillan fumando lo que ellos creen que es  tabaco, que ingenuos, tiene 20 años y la cabeza casi rapada al completo, lo que no tiene es ni la ESO.

Siempre me pregunto que pinto aquí con ellos, y hoy no iba a ser distinto, me aburría como una ostra. Cogí una cerveza de la nevera portátil de Susan y salí a ver a la gente que montaba en los trenes.

A veces me divierto tratando de adivinar lo que hacen o lo que pretenden hacer. Un cincuentón barrigudo, con lo que parecen sus hijos y su mujer, seguro que se van a la playa, aunque sus hijos casi podrían ser sus nietos.

En eso llegó un tren en la estación, y entre todo el barullo de gente, alguien destacaba, era ella.


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