sábado, 8 de febrero de 2014

Corredor sin pista.




No importa cuanto puedas correr ni a que velocidad lo hagas si no tienes un camino que seguir ni una meta que alcanzar.

¿Sirve el correr por correr? ¿Sirve correr por ver a donde se llega?

Como siempre, la respuesta no puede ser ni si ni no.

Supongo que habrá casos en los que se empezara a correr sin una meta y se encontrara por el camino, o incluso casos en los que se correrá sin ni siquiera un camino y acabes encontrando camino y metas.

Pero yo... Me siento como en una carrera de los 100m lisos, se que no puedo ganar, vale, pero es que ni si quiera tengo una calle en la que participar entonces ¿Por qué estoy en esta carrera?

Llevo años creyendo saber quien era, y no paro de equivocarme, cuando pienso que he aprendido algo de mi no tardo en des-aprenderlo. Y... ¿Ahora?
Ahora soy un naufrago en su balsa echa con maderas de los restos del último barco, buscando una isla que tenga lo mínimo para poder vivir. Pero lo que busco no es agua ni comida. Lo que busco es una razon por la cual vivir.
Estar en este océano es duro, llevas años en un barco que va en una dirección hasta que te das cuenta de que no va hacia donde tu quieres y te tiras de el.
De nuevo...Y...¿Ahora qué?
Pues ahora lo que me sobra es tiempo, tiempo para buscar esa calle para poder participar en los 100m, tiempo para encontrar esa isla y esa razón para vivir.

No se puede vivir solo soñando con imposibles, por mucho que sea bonito es irreal y estar en las nubes tiene la consecuencia de que cuando te caes la ostia es muy grande.

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