martes, 11 de febrero de 2014

Cuento 3. Sarah



Phil se acercó y observó desde lejos a los lobos, saco una flecha de su carcaj y la coloco sobre la cada vez mas tensa cuerda, la puso a la altura de su ojo y apuntó a uno de los lobos. La flecha voló por toda la habitación hasta acertar en el cuello del lobo el cual cayó al suelo entre chillidos. La sangre brotó a borbotones.
 La joven gritó  ahora más fuerte el segundo lobo se abalanzó sobre ella. Ella lo contenía como podía con su brazo sangrante entre las fauces de la bestia. 
Phil cogió aire, con un movimiento casi automatizado saco la segunda flecha de su carcaj apuntó al segundo lobo y lo abatió atravesándole la cabeza. 
La sangre de lobo encharcaba ahora el suelo rodeando a la muchacha que lloraba con su brazo mal herido.

 -Oye, ¿estás bien?- Preguntó Phil acercándose con cierto temor a la joven, al fin y al cabo todos los humanos que había visto hasta ahora habían intentado darle muerte.
-No, no estoy bien- respondió ella entre sollozos y con una mano apuntó a la otra esquina de la habitación en la que Phil vislumbró el cuerpo de un hombre rodeado de sangre que le manaba del cuello, aquellos lobos le había seccionado la yugular y habían acabado con su vida.
-Por el ya no puedo hacer nada... Pero ¿quien era?-Preguntó Phil con cierta frialdad.
-Era... era...- se echa a llorar inconsolablemente, algo se mueve en el interior de Phil, no es muy hábil con los sentimientos, el solo amaba a Kat, pero sin embargo entendió que era alguien importante para ella y se acercó a consolarla. La abrazó con sus brazos y observó como manaba sangre de la mordida que el lobo le había propiciado a la joven, el brazo no parecía roto, pero posiblemente los huesos estuvieran dañados.

Phil que se había criado en los bosques conocía bien los remedios contra las mordeduras de animales y contra el dolor, le puso uno de sus ropajes por encima y se dispuso a salir de la casa.
Ella lo miro con lagrimas en los ojos, unos ojos que también lo miraban con aprecio y sorpresa por verse salvada por aquel desconocido. Cuando ya estaba cerca de salir por la puerta, preguntó-¿Como se llama aquel al que le debo mi vida?-El miro hacia atrás y respondió con una voz más seca de lo que el pretendía,-No me debes nada, mi nombre es Phil- Y salió cerrando bruscamente la puerta y dejando tras de si los llantos de su nueva compañera.

Miró a su al rededor, el tiempo era cada vez peor, parecía que pronto llegaría una tormenta. No había tiempo que perder. Observó que no muy lejos manaba un riachuelo, se acerco a el rápidamente y empezó a escarbar entre la nieve, allí todavia con el manto gélido por encima florecían dos flores de sangre, llamadas así por su color rojizo y por sus propiedades como anti-coagulante y antibiótico. Recogió también algunas hojas de planta de fesa, por sus propiedades relajantes. Y volvió rápidamente en dirección a la casa. Una gran ventisca estaba por llegar, y no era buena idea quedarse fuera. 

Cuando volvió se encontró a la joven dormida sobre el suelo, cuando se acercó y toco su frente vio que empezaba a estar caliente. Podría estar comenzando a extenderse la infección o podría ser por la perdida de sangre, Phil la cogió en brazos la acercó a la chimenea que había sobre la pared contraria a la puerta y encendió un fuego con su arco. Había leña seca apilada cerca a esta, suficiente para pasar allí al menos dos días, aunque el no pretendía estar allí tanto. 

Tumbo a la joven cerca del fuego y la tapo con sus harapientas ropas de pieles que ahora servía de manta improvisada. Aplasto tres flores de sangre y las untó sobre sus heridas, ella abrió tímidamente los ojos, un preciosos ojos verdes todavía enrojecidos por el llanto y carentes de brillo por la pena. Parecía débil, su piel había perdido color. Ahora Phil la miró de otra forma, apenas había visto mujeres en su vida, pero esta le pareció bella, tenia unos labios carnosos y una nariz algo respingona y acabada casi en punta, le pareció gracioso los cambios que presentaba el genero opuesto, cosas que el apenas conocía.
-Yo me llamo Sarah- dijo con una sonrisa forzada y con lagrimas en los ojos.-Sarah...- y volvió a desmayarse.

Phil puso la cuarta flor de sangre bajo la lengua de Sarah y preparó una infusión con las hojas de fesa. También coloco a uno de los lobos sobre el fuego, no era carne muy sabrosa, pero ante la necesidad toda carne es buena.





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